Kadidja Andersson y la fábrica de churros


Decía el gran Andrés Montes que la Universidad de North Carolina era “la fábrica de churros”. De allí salieron jugadores como Vince Carter, Rasheed Wallace, Shammond Williams, McAdoo o George Karl, destacando uno por encima de todos ellos, Michael Jordan. A lo que se refería el ya fallecido periodista es que esa Universidad tenía unas condiciones que propiciaban jugadores de tremenda calidad, añadiéndole evidentemente, el toque de talento natural necesario para triunfar. La NCAA femenina también tiene sus particulares fábricas de churros y en la mente de todos está la ya mítica camada de la UConn. El equipo que entrenaba Geno Auriemma juntó en una sola escuadra a Sue Bird y Diana Taurasi. Incluso la temporada pasada logró el record de 71 victorias consecutivas superando marcas históricas que escribirán las letras de Connecticut como uno de los mejores equipos de la historia.

Coincidiendo en el tiempo con el ya mencionado conjunto de la Universidad de Connecticut, había un equipo que destacaba por tener en sus filas a tres estrellas que brillaban con luz propia. Una era la futura número 1 del draft Janel Mccarville, la otra era la base por la que suspiraban numerosos equipos de la WNBA, Lindsay Whalen, y el tercer pilar de la Universidad de Minnesota era nuestra protagonista, Kadidja Andersson. La sueca inició su aventura americana en un college donde el baloncesto era la actividad principal. Lo era porque las opciones de ocio que ofrece un entorno como el de Minnesota no son de lo más entretenido, y porque la oportunidad de juntar a tres jugadoras de tanta calidad solo se da en contadas ocasiones.

El viaje de Andersson por los Estados Unidos puede considerarse excepcional. Con una importancia vital dentro de los esquemas de la UM, (llegó a ser capitana del conjunto junto a Whalen y Shannon Schonrock),siendo importante para su equipo y logrando numerosos reconocimientos que le hicieron ser una de las jugadoras más destacadas en la historia del centro. Únicamente se perdió un partido en todo su ciclo y fue por una causa mayor. El 21 de Diciembre de 2003 la UM se enfrentaba a Wisconsin-Green Bay, pero desde Suecia llegó la noticia de que la abuela de Kadidja había fallecido. La capitana tomó un vuelo hacía Stockholm que hizo que se perdiera su primer partido en cuatro años. Con el 35 a la espalda, Kadidja, logró hacer de su ciclo universitario la experiencia más positiva de su vida. Y sin duda lo más interesante fue llevar por primera vez en la historia de la UM, al equipo hasta la Final Four de New Orleans, y además hacerlo contra todo pronóstico, siendo la sorpresa del torneo, ya que partían desde la séptima posición de la Mideast Region. Una semifinal ante el ogro de la UConn les impidió llegar a la final, pero el éxito ya estaba logrado, colarse entre las cuatro mejores. La fábrica de churros se interpuso en el camindo de Kadi. No obstante el éxito a nivel personal fue salir del Campus como graduada en periodismo.


Justo al dejar la Universidad el traslado al viejo continente suponía un desafío. Con un gran cartel parecía evidente que por lo menos un buen conjunto de una liga como la española o la italiana podrían ofrecerle un contrato, pero lo cierto es que el destino no fue tan brillante como el de las otras dos estrellas de su campus. Su primera parada fue el Real Canoe de la Liga Femenina 2. Pese a ser un histórico, su batalla en las divisiones menores del baloncesto español se convirtió en una rutina. Andersson ayudó como pudo llegando a la decena de puntos por partido. Pero la experiencia no fue lo suficientemente atractiva como para seguir vinculada al club de la capital. Nueva temporada a la vista y nueva experiencia. En este caso en la Lega Due Italiana y en un conjunto como el Reggio Emilia, más potente a nivel masculino que femenino. Probablemente su paso por este equipo haya sido su mejor temporada a nivel profesional. Con 20 puntos y 10 rebotes por partido se convirtió en la líder y una de las mejores jugadoras de la competición. Dadas las buenas actuaciones de la sueca, el Livorno se interesó para contar con sus servicios a partir de la temporada 2007/08. Aunque su importancia estadística bajó, la experiencia fue interesante desde el punto de vista de que su nombre quedó configurado como una de las extranjeras más rentables de la segunda competición italiana. Un pequeño paso por La Spezia y otro por el Ensino de Lugo fueron las últimas paradas antes de volver a casa. Al club donde se formó como jugadora de baloncesto, el 08 Stockholm. No sabemos hasta que punto el hecho de siempre jugar en ligas menores influyó en que decidiera volver a casa, pero a nivel de títulos fue una vuelta más que fructífera. El año pasado junto a Agnes Nordstrom y Martina Stalvant se convirtieron en campeonas de la competición doméstica sueca.

De nuevo un trío puso rumbo a su vida. Si hace un lustro fueron Whalen y Mccarville las que marcaron su peregrinar por la NCAA, ahora serían Nordstrom y Stalvant las que la acompañarían en un nuevo viaje exótico, jugar en el C.B. Islas Canarias. Los problemas en el 08 Stockholm hicieron que las jugadoras de mayor calidad tuvieran que buscarse nuevos lugares donde desarrollar su juego. El club isleño en su tendencia de los últimos años, apostó por traer a jugadoras de una misma procedencia y conocedores de la situación de las suecas hizo su apuesta con las tres jugadoras mencionadas.

La valoración no puede ser más que positiva. Salvadas a tres jornadas del final de la competición, habiendo llegado lo más lejos posibles en la Eurocup, la aportación de Kadi es más que aceptable. Mejorable, pero siempre de refuerzo al grupo.

El partido del pasado miércoles ante el Perfumerías Avenida tal vez sea el último de Andersson con la elástica amarilla, pero su impronta habrá quedado en un vestuario acostumbrado a las grandes jugadoras. Su historia es un cúmulo de bonitas experiencias relacionadas con el deporte más bonito de la tierra en lugares donde su carácter ha dejado huella. Tal vez, como en otras muchas veces(incluso como cuando se enfrentó a la fábrica de churros), su historia tendrá que volver a empezar, pero el final será el mismo: triunfo.

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